martes, 14 de mayo de 2013

La ciencia, fuente de inspiración de la ficción (los viajes en el tiempo)


Desde que existe, la ciencia ha sido fuente de inspiración de la ficción. Una de las formas ha sido la llamada ciencia ficción, que ha dado lugar a una buena cantidad de estupendas narraciones. Sin embargo, en mi opinión, si ponemos como condición de una buena historia de estas características el ser consistente con la ciencia sobre la que narra, no son muchas las obras que pasan con éxito el paso de los años. Sencillamente porque las teorías científicas quedan superadas por otras.

Entre los temas que la ciencia ficción ha tratado durante parte del pasado siglo y lo que llevamos de este, destacan los viajes en el tiempo. Y no solamente la literatura, sino especialmente para el cine se han imaginado historias que tienen como protagonista el viaje en el tiempo, tanto al futuro como al pasado. Y siendo consistente el fundamento teórico en el que se apoyan, desde que Einstein dio a conocer las ecuaciones de la relatividad general –en determinadas condiciones, las soluciones de estas ecuaciones permiten los viajes en el tiempo–, la mayor parte de las historias de ficción están cuajadas de paradojas irresolubles. Me refiero a las conocidas sobre el libre albedrío o el que viaja al pasado y mata a su abuelo, etc. Todas estas historias se vienen abajo por esas cosas que resultan absurdas. En realidad, lo que falla es la concepción clásica del tiempo.


No es fácil explicar de manera breve lo que se llama concepción cuántica del tiempo. Pero a riesgo de simplificarlo demasiado, lo intento porque aclara lo que decimos sobre la ficción:

Según la explicación de la teoría cuántica, todo lo que existe no es solamente el universo que conocemos y que nos incluye a nosotros, sino que hay una multiplicidad de universos. En muchos hay copias exactas de nosotros y de lo que nos rodea, en otros las copias ya no son tan exactas, y en otros muchos no existimos. Todos los universos son reales e influyen unos en otros. La mejor imagen es considerar en cada momento una ingente cantidad de instantáneas. Cada una es un universo como el que conocemos. Solo de una de ellas somos conscientes. El tiempo no transcurre. Lo que llamamos paso del tiempo es un conjunto de universos (instantáneas) especiales que llamamos “momentos” con unas específicas relaciones establecidas por las leyes de la física. Si en algún momento pudiera viajar al pasado, nunca llegaría a la misma instantánea (universo) que ya he experimentado. Sería otra, todo lo parecida que se quisiera, pero nunca la misma. Podría matar allí a mi padre cuando es niño, sí; pero sería una de las múltiples copias de él; en las instantáneas relacionadas con esa (que representan ese futuro) yo no existiré. Pero seguiré existiendo en otras muchas que componen lo que llamamos el futuro en general.

Lejos de cegar los caminos a la ficción –a la ciencia ficción–, esta explicación cuántica del tiempo abre muchos más. Y mucho más consistentes. Como ejemplo, estas propuestas ficcionales que encuentro en un libro de física:

Un historiador futuro interesado en Shakespeare utiliza una máquina del tiempo para visitar al gran autor mientras está escribiendo Hamlet. Mantienen una conversación, en el transcurso de la cual el viajero en el tiempo muestra a Shakespeare el texto del soliloquio “Ser o no ser...” de Hamlet, que ha traído consigo desde el futuro. A Shakespeare le gusta, y lo incorpora a la obra. En otra versión, Shakespeare muere y el viajero asume su identidad y alcanza la gloria fingiendo que escribe sus obras, cuando en realidad lo único que hace es copiarlas en secreto de un ejemplar de las obras completas de Shakespeare que se trajo del futuro. En otra versión, el viajero en el tiempo se sorprende de no poder encontrar a Shakespeare. Por una serie de casualidades, tiene que adoptar la personalidad de Shakespeare y, de nuevo, plagiar sus obras. Le coge gusto a esa vida y, años después, se da cuenta de que él es Shakespeare: nunca ha existido otro. 

2 comentarios:

  1. Interesantísima explicación que, como bien dices, lejos de acotar la imaginación para la creación de obras de ciencia ficción, la expande hasta el infinito.

    En esta línea, recuerdo un ejemplo muy interesante que creo que adoptó esta visión cuántica del tiempo como punto de partido. Se trata de toda la línea argumental del personaje del Dr. Manhattan en Watchmen (sí, es un cómic, pero no por ello deja de ser una gran obra literaria, al menos en mi opinión). Quizás lo más fantasioso y poco coherente es el nacimiento del personaje: Un científico que entra en una cámara de pruebas en las que están tratando de conseguir descomponer objetos a nivel cuántico, se queda encerrado y se descompone, volviendo a componerse, (esta vez ya siendo el Dr. Manhattan), en un ser que es una combinación de todas las posibilidades cuánticas de esa persona a la vez. El poder de dicho personaje es que es capaz de ver el tiempo no como un continuo, sino como el conjunto de todos los momentos a la vez, así como de todas sus posibilidades. Esto hace que pueda moverse a placer en el espacio y en el tiempo, así como alterar los diferentes universos a su antojo.

    La verdad es que recuerdo que cuando leí por primera vez ese cómic, el personaje del Dr. Manhattan me fascinó, ya que nunca había visto este concepto cuántico tan bien representado.

    Un saludo.

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  2. Muy interesante, Luis. Y muy estimulante. Gracias.
    Emilio

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