martes, 11 de septiembre de 2012

Entrevista a Francisco Rodríguez Criado, autor de “Mi querido Dostoievski”


Le he escrito una carta a Dostoievski de 270 páginas


Por Matías Crowder

Editor del conocido blog “Narrativa Breve”, delantero destacado de una nueva generación de prosistas españoles, Francisco Rodríguez Criado publica en Ediciones de La Discreta Mi querido Dostoievski. Novela epistolar e intimista, vigorosa crónica del siglo XX, el autor alcanza en sus páginas una sensibilidad extrema y una penetración psicológica única. Llena de paralelismos con la vida del escritor ruso, la pluma de Francisco Rodríguez Criado nos lleva a leer carta tras carta de su personaje, Laura Bauer, quien escribe a Dostoievski “allá donde esté” fragmentos que develan la clave de su vida.


(Periodista) ¿Escribir es un acto de supervivencia?
(Francisco Rodríguez Criado) El verdadero acto de supervivencia es vivir día a día. En mi opinión el escritor de hoy es una persona como otra cualquiera. No es un superviviente per se ni un mártir ni nada similar. Los autores que conozco no formamos parte de ese colectivo de escritores que, como Dostoievski, podían ser internados en un penal de Siberia durante años simplemente por estar en el sitio equivocado en el momento equivocado. Somos la generación de Facebook, y el escritor cuenta con más medios que nunca para hacer su trabajo. El ejercicio de supervivencia del escritor no es diferente al de su vecino del quinto.
Si hemos de buscar actos de supervivencia, hagámoslo en esas personas que en plena crisis tratan denodadamente de encontrar –en muchos casos, sin éxito– un trabajo, en quienes luchan por superar un cáncer, o arriesgan su vida por salvar la de los demás. Ser escritor no le añade méritos a una persona (tampoco se los resta).
Dicho esto, considero la literatura –no solo como escritor, también como lector– un arma defensiva para luchar contra aquello que nos hiere. Pero no, no utilizaría el recurso del acto de supervivencia como forma de explicar el impulso creativo. Me da mucha pereza ponerme hiperbólico.

(Periodista) ¿Es la literatura una suerte de prolongada justificación?
(FRC) En cierta manera, creo que sí. Quienes escribimos somos proclives a conceder gran trascendencia e importancia a nuestros trabajos, en la mayoría de los casos por pura vanidad. Escribir es una manera de explicarse al mundo, de justificarse ante él. Los escritores se ven a menudo en la obligación de responder a la pregunta: ¿por qué escribes?, lo cual siempre me ha resultado un tanto extraño. Yo nunca le pregunto a un obrero, un oficinista, un zapatero o un broker por qué se levantan cada día para trabajar en esas profesiones. En el caso del escritor, la pregunta en sí parece solicitar una justificación. Las respuestas de los escritores suelen ser muy teatrales, porque se supone que el entrevistador quiere escuchar la enésima excusa novelesca que nos empuja al acto creativo. Yo prefiero decir abiertamente que “escribo para pagar las facturas y algún que otro vicio”. La respuesta no es ni mucho menos sincera del todo, pero sirve para ahuyentar a los cazadores de frases lapidarias.

 (Periodista) ¿De dónde surge la idea del libro, una mujer que le escribe cartas a Dostoievski?
(FRC) En realidad la historia que narra esta novela parte de la invitación que me pareció encontrar entre las tres palabras del título. Al contrario de lo que me ocurre con los cuentos, los microrrelatos o los artículos de prensa, no concibo el argumento de mis novelas con facilidad. He de ser yo quien salga a buscar su génesis, y a veces no encuentro más que un finísimo hilo del que tirar. En un momento dado me había propuesto embarcarme en una nueva novela, pero lo único que conseguí fue el título, que me pareció de lo más sugerente: Mi querido Dostoievski. Evidentemente con ese lema había de ser una narración epistolar. Así que articulé la historia en torno al personaje principal. Una anciana culta, excéntrica e irónica que vivía en Roma, una mujer con un pasado: resultó ser el personaje perfecto. De repente empezaron a encajar todas las piezas. Pero ya digo: el disparador temático fueron tres palabras, solo tres palabras.

(Periodista) Los personajes de Dostoievski son personajes al límite. Su personaje, cuando escribe, está al límite. ¿La literatura y este límite tienen mucho que ver? ¿Y en su caso particular como escritor?
(FRC) Dostoievski creó personajes al límite porque él mismo vivió vicisitudes terribles, sobre todo antes de conocer a la que sería su secretaria, Anna Grigórievna, a quien contrató como estenógrafa durante la redacción de El jugador  y con la que acabó casándose. Mi biografía –un poco como la de todos, supongo– está sembrada de momentos malos, aunque no darían mucho juego en Wikipedia. Al contrario que Dostoievski, no he sido detenido por actividades políticas subversivas, no he estado confinado en un penal de Siberia, no soy epiléptico, mi padre no ha sido asesinado por sus empleados, no he sido encumbrado primero y defenestrado después por los mejores críticos literarios de mi país, no me gasto el poco dinero que gano en los casinos, ni me extorsionan mis editores. Sin embargo, he vivido situaciones muy amargas que favorecen cierta sintonía con el mundo dostoievskiano. Aunque tengo un lado hedonista del que posiblemente él y sus personajes carecieran.
Abundando en tu pregunta, puestos a elegir, prefiero escribir con serenidad de espíritu, sin agobios, con plenitud mental. Aunque es cierto que en momentos muy difíciles del pasado la escritura me ayudó a descargar con vehemencia mis frustraciones. Hubo una época en la que escribía con la máxima tensión, como si lo hiciera sentado sobre un volcán a punto de estallar. Es de esas veces en las que coincides con Augusto Monterroso, quien dijo que escribir es un acto físico.

(Periodista) El personaje de Laura Bauer es de un perfil bibliófilo que hace pensar que el autor también lo es. ¿Qué libros prefiere?
(FRC) Soy un lector compulsivo. Leer me resulta una actividad placentera y además le tengo mucho respeto a la creación literaria. Considero que para ser escritor es necesario formarse día a día, y leer es la manera ideal de actualizarse. La literatura se retroalimenta de la propia literatura. Por eso no entiendo a esa hornada de escritores jóvenes contemporáneos –algunos de ellos no tan jóvenes– que leen muy poca literatura (o directamente no leen nada) y beben exclusivamente de referencias culturales no literarias (que a mí también me ayudan a escribir, todo sea dicho).    
Leo libros de todo tipo. Sigo con gran interés la obra de autores como Isaac Bashevis Singer, Slavomir Mrozek, Paul Auster, Milan Kundera, Raymond Carver, Italo Svevo, Robert Penn Warren, etcétera. Y ya puestos, entre los rusos, Dostoievski, Chéjov, Tolstói, Goncharov... ¿Qué libros prefiero? Aquellos que me ayudan a crecer como persona y como escritor. Pero también leo con placer ciertos libros de consumo, sin gran ambición literaria, que me hacen pasar un rato entretenido, lo cual no es poca cosa.

(Periodista) La protagonista le escribe cartas sobre su vida a Dostoievski. Imaginemos que usted tuviera la posibilidad real de escribirle una carta a Dostoievski a sabiendas de que la leerá. ¿Qué le diría?
(FRC) En el caso de poder tratar a Dostoievski, posiblemente no sería demasiado original. Le preguntaría por los años que pasó en el presidio y por sus malandanzas en los casinos de Rusia. Aunque, bien mirado, todo eso ya está en Memorias de la casa de los muertos y en El jugador. Es lo que pasa cuando un autor hace de la literatura una transposición artística de su propia vida… En plan anecdótico, le preguntaría qué opinión tiene de Tolstói. En Vida de Dostoievski por su hija, Aimeé Dostoievski cuenta que ambos gigantes de la literatura rusa se admiraban en secreto, pero nunca hicieron el menor esfuerzo en verse para no acabar discutiendo por culpa de sus ideas políticas: Dostoievski era conservador mientras que Tolstói era –aceptemos el término moderno– socialista. Según la hija del primero, eso podría ser un inconveniente. La historia de ambos escritores enviándose elogios mediante su amigo común Nikolái Stráhov y rechazando cualquier posibilidad de conocerse en persona tiene algo de cómica.
En respuesta directa a tu pregunta, te diría que ya le he escrito una carta a Dostoievski, y esa carta, de 270 páginas, se llama Mi querido Dostoievski.

(Periodista) Las cartas de Laura Bauer siempre dicen: para Fiodor Dostoievski, allá donde esté. ¿Dónde cree usted que está?
(FRC) Dostoievski está en la memoria de sus descendientes y en la de sus lectores (pasados, presentes y futuros), y por supuesto en cada línea de sus libros… Y me gustaría pensar que, aunque sea de manera imperfecta, también está en Mi querido Dostoievski

2 comentarios:

  1. Me acerqué a ese libro porque desde hace unos años sigo la obra de Francisco Rodríguez Criado, pero, en este caso, también y muy especialmente porque Dostoyevski es para mí el más grande novelista de la historia.

    El libro de Francisco se deja leer, es ameno y ofrece un notable análisis psicológico de la protagonista (lo que, al ser mujer, tiene su mérito).

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  2. Buena entrevista e igualmente estupenda obra. Una deliciosa novela corta en la línea de la mejor literatura centroeuropea. Para mí tiene más mérito meterse en la piel de un personaje de otra época y otra cultura que el hecho que sea del sexo contrario al del autor.
    David

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